El juego consiste
en evitar malas manías:
yo marco el touché
con más inconsciencia
que energía;
tu clavas el filo
con más destreza
que alevosía.
¿Resultado?
Espaldas de guerra.
Después, midiendo
el suave vibrar
de la almohada,
miro por el rabillo.
Ahí estás,
mirándome de menos,
con esa cara de
"ven y abrázame".
jueves, 27 de agosto de 2009
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